CICLISMO URBANO: ¿Que siento al pedalear?
CICLISMO URBANO :
Qué siento cuando ando en mi bicicleta?
Son diferentes las sensaciones . Libertad. Sensación de felicidad, son variadas. En esta oportunidad vamos a dar a conocer el testimonio de una niña que la disfruta plenamente.
“No hace ni un año que tengo bicicleta. No había vuelto a montar desde pequeña y siempre que pensaba comprarme una, lo acababa descartando por motivos tirando a difusos.
Este artículo fue publicado en el Blog de San Miguel 0,0,
Por fin, las navidades pasadas, pedí una como regalo de Reyes y desde entonces no he dejado de salir a dar una vuelta en bicicleta a diario o, al menos, siempre que el tiempo me lo permite. Me refiero al tiempo cronológico –al trabajo que tengo ese día–, pues el atmosférico aún no me ha presentado nada que me obligue a quedarme en casa”.
La bici: ¿transporte o deporte?
Aunque para algunas personas supone un medio de transporte, el ciclismo urbano, ya he comentado en otras ocasiones que no suelo utilizar la bicicleta para desplazarme. Personalmente, prefiero montar con ropa cómoda con la que no iría al trabajo o quedaría con amistades. Además, no quiero ponerme límite a los esfuerzos físicos, así que agradezco poder darme una ducha después y recolocarme el pelo, pues el casco no es precisamente el secador de la peluquería.
No me pongo retos, no compito conmigo misma por hacer un recorrido mayor cada día ni por aumentar la velocidad, ni siquiera me pico con esos que te pasan al lado como invitándote a una carrera tácita. Sí, está claro: hago ejercicio físico, quemo calorías y me mantengo en forma. Sin embargo, para mí no es únicamente un deporte, ya que no lo hago con esa motivación.
Ni transporte, ni deporte para mí. Desde mi punto de vista, pasear en bicicleta es un disfrute, un viaje, una diversión como lo era dar una vuelta en montaña rusa en nuestra infancia. No lo hago por necesidad. No me tengo que obligar. Al contrario: me apetece y estoy deseando montarme sobre mis dos ruedas y salir a recorrer una de las rutas cercanas. Lo haría aunque no supusiese ningún ejercicio ni me ayudase a mantenerme en buena forma física.
Una nueva perspectiva:
Resultaría algo pretencioso decir que los centímetros que te eleva la bicicleta con respecto a tu estatura sobre el suelo suponen un cambio de perspectiva. La velocidad, sin embargo, sí me ofrece un punto de vista nuevo. Debido a que la rapidez es muy superior a la de una persona que camina y mucho menor que la de un vehículo por carretera, las distancias que se recorren con la bici son distintas a un paseo a pie o a una excursión en coche.
Gracias a este cambio en las distancias, en mis vueltas en bici he descubierto lugares de mi ciudad que, tras treinta y muchos años habitándola, nunca había apreciado. Por ejemplo, en la Casa de Campo, se me han desvelado rincones preciosos que ni había pisado, y he aprendido a apreciar el río Manzanares gracias a los carriles bici que lo rodean. La ciudad, que ya conocía bien, ha crecido ante mí. Mis miras se han ampliado.
Cuando el tiempo me permite recorrer rutas que están fuera de mi ciudad o dentro del término municipal, pero alejadas de casa, me deleito con paisajes maravillosos. El disfrute estético es como el de hacer senderismo, con la ventaja de que se abarca mucho más, se pueden observar más enclaves en una misma mañana y sin pasar por delante tan rápido como para perdértelos, ya que el ritmo lo marcas tú.
Libertad e inspiración:
Adoro mi ciudad y me encanta vivir en ella, pero en las temporadas en las que pasa mucho tiempo sin que pueda viajar o hacer, aunque sea, una pequeña escapadita al campo, empiezo a sentirme encerrada. Lo mismo me ocurre si durante todo el día –ya que a veces trabajo desde casa– no he abandonado mi domicilio. Gracias a la opción de dar una vuelta en bici, este encierro se rompe con mucha facilidad y me siento mucho más libre que con cualquier otra actividad.
Para personas que trabajan en cuestiones creativas o que necesitan dar con ideas, un ejercicio que despeje la mente resulta muy beneficioso. Conmigo, que tengo facilidad para enfurecerme por cualquier menudencia, unos metros de pedaleo rabioso consiguen que el enojo se disipe y, a partir de ahí, solo queda lugar para la inspiración. Aunque este post lo he escrito con el teclado delante, el momento de darle forma ha transcurrido mientras pedaleaba sobre mi bicicleta.
Conclusión:
2No diré que todo son ventajas, ya que no le quiero vender la moto – en este caso, la bici– a nadie. Lo que sí puedo afirmar es que para mí montar en bicicleta ha supuesto un gratificante hallazgo y no estaría exagerando si afirmase que me ha cambiado la vida. Cada persona, cada Ciudadano 0,0, seguro que ha dado con su afición, lo que le hace sentir como a mí la bici y reconoce en mis palabras muchas de sus sensaciones. ¿Verdad que es así?”