La épica historia del ciclista italiano que salvó judíos con su bicicleta : aprendamos los ciclistas urbanos

Para todos aquellos que amamos el ciclismo urbano, hay historias que son dignas de conocer y de contar, aunque hayan sucedido hace años , exactamente, cerca de 80, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Y también una lección para que los ciclistas también seamos solidarios.Está historia tomada de la BBC la queremos compartir, sobretodo cuando a veces se observa que a veces los ciclistas somos demasiado individualistas.

Bartali 3

El Gran Gino Bartali

“Tenía todas las de perder pero su historia es uno de los más dramáticos ejemplos de un italiano que arriesgó su vida durante la Segunda Guerra Mundial para salvar la vida de extraños”.

Las palabras del director de cine Oren Jacoby describen el legado de Gino Bartali, uno de los más grandes ciclistas de su época, tres veces ganador del Giro de Italia y dos veces vencedor del Tour de Francia.

La carrera de Bartali como ciclista estaba en lo más alto cuando la guerra se cernía sobre Europa.

bartali 3

En 1936 triunfó en su primer Giro de Italia y retuvo el título un año después. Luego, para la alegría de toda Italia, ganó en 1938 el Tour de Francia. Ése era el momento que el líder fascista italiano, Benito Mussolini, estaba esperando.

“Mussolini creía que si un italiano terminaba triunfante el Tour, eso mostraría que los italianos también pertenecían a una raza superior”, explica el hijo de Bartali, Andrea, en la película de Jacoby.

“La victoria se mi padre se convirtió en un asunto de orgullo nacional y de prestigio del fascismo, por eso estuvo bajo una enorme presión”.

El hombre ideal para el trabajo

Mientras se corría la prueba ciclística en Francia, Mussolini había publicado su “Manifiesto sobre la Raza”, que terminaría con los judíos perdiendo su ciudadanía italiana, sus profesiones y cualquier posición que ocuparan en el gobierno.

Sin embargo, Italia seguiría siendo un refugio para los judíos hasta su rendición en septiembre de 1943. Desde ese momento, tropas alemanas ocuparían regiones del norte y del centro del país y comenzarían a capturar judíos y a enviarlos a campos de concentración.

En ese momento Bartali, un católico devoto, recibió un ofrecimiento del cardenal de Florencia, Arzobispo Elia Dalla Costa: unirse a una red secreta para proteger a judíos y otras personas en peligro.

Su papel dentro de esta red era perfecto para su talento: Bartali se volvió un correo. Lo que parecían extensas jornadas de entrenamiento en su bicicleta eran en realidad viajes en los que transportaba fotografías y documentos falsos elaborados en imprentas clandestinas.

“Hemos visto la documentación que él transportó miles de kilómetros a través de Italia, viajando por caminos que unían ciudades tan lejanas como Florencia, Lucca, Génova, Asis y el Vaticano en Roma”, relata Jacoby.

Todo lo llevaba escondido en el marco y en el manubrio de su bicicleta.

En un momento el ciclista fue arrestado e interrogado por el jefe de la policía secreta fascista en Florencia, la ciudad donde había nacido y donde residía, y la historia dice que en esa situación solicitó específicamente que su bicicleta no fuera tocada ya que todas sus partes estaba precisamente calibradas para alcanzar la máxima velocidad.Por un tiempo Bartali tuvo que pasar a la clandestinidad, viviendo de incógnito en la localidad de Citta Di Castello, en Umbria.

El ciclista tenía más de un motivo para temer: además de su función de correo, Bartali dio refugio a su amigo judío Giacomo Goldenber y a su familia.

“Nos acogió a pesar de que sabía que los alemanes mataban a cualquiera que escondiera a judíos”, recuerda el hijo de Giacomo, Giorgio, en la película de Jacoby.

“Él arriesgó no solo su vida sino la de su familia y nos salvó a todos, porque nosotros no teníamos ningún lugar a donde ir”.

Andrea Bartali dijo que, eventualmente, su padre le contó por fragmentos sobre sus acciones durante la guerra, y le hizo prometer que no se las contaría a nadie.

“Cuando le pregunté por qué no podía compartir su historia, me dijo: ‘Debes hacer el bien pero no debes hablar

“No quiso ser reconocido por lo que había hecho, pocos de los que se beneficiaron con su ayuda supieron su nombre o el papel que había jugado en su rescate”.

Recientemente, Bartali recibió un homenaje póstumo por parte del Museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén.

 

“Cuando la gente le decía, ‘Gino, eres un héroe’, él respondía: ‘No, no, yo quiero que me recuerden por mis logros deportivos. Los héroes reales son otros, aquellos que sufrieron en su alma, su corazón, su espíritu, su mente, por sus seres queridos. Ellos son los hé

You may also like...